En el mercado de los productos alimentarios, los canales de distribución cada vez están tomando más iniciativa y asumiendo responsabilidades, por lo que son corresponsables de la calidad de los productos que emplazan a los usuarios. Es por ello que hoy en día se exige un nivel incluso superior a lo exigible legalmente, y requieren de cumplimento de estándares de calidad más exigentes.
Klüber Lubrication, una de las empresas líderes mundiales en la fabricación de lubricantes especiales, consciente de la trascendencia de asegurar la salubridad de los productos alimentarios y, en la correcta fabricación de sus lubricantes alimentarios, ha decidido implantar la metodología ISO 21469 en sus plantas de producción, y certificarlas por la NSF como el estamento de mayor reconocimiento y rigor bajo su criterio.
De esta forma, con la lubricación óptima y segura de las máquinas en el Sector de la Alimentación, se obtiene la certeza de que éstas puedan producir y rendir al máximo. Por encima de todo prevalece la Seguridad frente a posibles contactos con productos químicos, ofreciendo así también la màxima excelencia en Calidad.
Realmente la salubridad alimentaria en los centros de manipulación y fabricación de productos alimentarios, ha venido marcada por la legislación, tanto originalmente local como la actual a nivel de la Comunidad Europea, y recogido en diferentes reglamentos. Actualmente toda responsabilidad recae en los productores, y en la legislación apuntada no se recoge qué tipo de lubricantes deben de utilizarse. Si no que se recomienda (obliga, de no proponerse sistema alternativo) una implantación de sistema de análisis de peligros y riesgos (APPCC). El manejar un producto químico en centros de manipulación de productos químicos, y que éstos incluso puedan llegar a estar en contacto con el fabricado, es claramente un peligro que se tiene que solventar.
La primera solución debería ser ingenieril: intentar eliminar, siempre que técnicamente sea posible, ese riesgo de contacto con los lubricantes, modificando o tomando medidas mecánicas adicionales o de cambios de diseño. La segunda medida histórica ha sido pasar a utilizar lubricantes de grado alimentario y poner controles para detectar cualquier incidencia. Primero fueron los certificados emitidos por el estamento USDA en los años 1990, posteriormente tomó el testigo el estamento sucesor NSF ya en los 2000 y, actualmente, también existen otras instituciones de certificación.
En el mercado de los productos alimentarios, los canales de distribución cada vez están tomando más iniciativa y asumiendo responsabilidades, por lo que son corresponsables de la calidad de los productos que emplazan a los usuarios. Es por ello que han exigido un nivel incluso superior a lo precisado legalmente, y ordenan del cumplimento de los estándares de calidad más exigentes, como BRC, IFS, ISO 22.000,... Estos nuevos requerimientos de calidad ya no precisan de un certificado, si no que obligan a que la calidad de estos productos lubricantes sean relamente tales y no un foco potencial de contaminación de origen por malas prácticas en su elaboración. De ahí nace el estándar de calidad ISO 21469. La ISO 214698 certifica que los productos con grado alimentario H1, aquellos exigibles cuando un lubricante pueda entrar en contacto incidental con el fabricado, han sido fabricándoos asegurando que se utiliza su formulación exacta y se toman medidas efectivas para asegurar que no incorporan contaminantes ajenos en su manipulación y fabricación. Así pues, con esta medida, los productores y, más concretamente sus responsables de calidad, que precisan de calidades como las citadas ISO 22.000, BRC, IFS ya no necesitan auditar personalmente a sus proveedores de lubricantes de grado alimentario para asegurar la calidad,dado que previamente lo ha realizado una empresa certificadora.
Con ella, la compañía vuelve a a distinguirse en el mercado, una vez más, con una mejora su competitividad, lo que se añade a unos ya tradicionales productos únicos y pioneros.
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